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FSG informe Anual 2014
 
LA COMUNIDAD GITANA EN 2014

La situación de la población gitana española ha mejorado sensiblemente si la comparamos con las realidades sociales que padecía en los años 80, cuando estrenamos la Democracia en nuestro país. También la comunidad gitana española sale ganando si se la compara con las penosas condiciones que sufren en la mayoría de los países europeos. Sin embargo, cuando se compara su situación con la de los estándares de vida (y de ejercicio de la ciudadanía) del resto de los españoles, las desigualdades no se reducen con el paso de los años y las décadas.

2014 ha sido el año siete de la crisis. Siete años de empeoramiento de las condiciones de vida y de pérdida de oportunidades. Siete años para constatar que la siguiente generación estará en el mismo sitio o aún en peor posición que sus padres. 2014 ha sido un año para constatar que crece la pobreza y no disminuye la discriminación y existe una desconexión entre las políticas que se enuncian y las medidas que se aplican.

Cuando se compara su situación con la de los estándares de vida (y de ejercicio de la ciudadanía) del resto de los españoles, las desigualdades no se reducen con el paso de los años y las décadas.

Las víctimas perpetuas de la crisis

En 2014 Cáritas ha publicado el Informe FOESSA con un capítulo específico sobre la población gitana. Ya lo había hecho en 2009, con el inicio de la crisis, y ahora podemos ver los efectos en datos.

Hoy, tras siete años de crisis, no ha aumentado en términos absolutos el porcentaje de personas gitanas en situaciones de pobreza, lo cual es una buena noticia, pero hemos asistido a un grave y profundo empeoramiento de los más vulnerables, que son la inmensa mayoría. Se ha producido un auténtico trasvase de familias que se encontraban en situación de pobreza moderada y ahora están en una situación de pobreza extrema. El 54% de las personas gitanas se encuentran en el ámbito de la 'exclusión severa', según el Informe.

Las situaciones que están viviendo muchas familias gitanas en toda España se caracterizan por un profundo y duradero empeoramiento de sus condiciones de vida cotidianas, con una reducción de prestaciones, pérdida de vivienda y/o dificultades para hacer frente a los gastos de la vivienda y los suministros. La pérdida de empleo de los jóvenes y mujeres que se habían incorporado en estos años, las dificultades de las familias que se dedican a la venta en mercadillos por la caída general del comercio y la reducción de ayudas y prestaciones explican el panorama de pobreza y falta de expectativas de mejora.

Una mención especial requieren las familias roma/gitanas procedentes de países del Este de Europa cuya situación en España, que ya era difícil, ha empeorado en estos años. Les ha afectado directamente el endurecimiento de la legislación laboral y de extranjería, con frecuentes traslados de domicilio de las familias, retornos a sus países de origen, dificultades para efectuar empadronamientos y, en consecuencia, problemas para la escolarización y la obtención de la tarjeta sanitaria, dificultades para cubrir las necesidades básicas de alimentación y de acceso a la salud incluso en los menores, al empleo y a las prestaciones sociales. Han aumentado las situaciones de infravivienda y hacinamiento, en condiciones a veces extremas, y al contrario de lo que ocurre con las familias gitanas autóctonas, hay menos posibilidades de apoyo por parte de las redes familiares.

Y además discriminación: Estepa y Castellar como síntoma

Combatir la discriminación es fundamental, por una cuestión de dignidad y justicia social y para tener una sociedad sana; pero también es una precondición para salir de las situaciones de exclusión y pobreza extrema.

Ya venimos denunciando como los episodios de antigitanismo en Europa, que nunca han desaparecido, se están acrecentando en muchos países con la crisis. Nuestro país a veces parece una excepción. No se han producido ataques o campañas sistemáticas contra los gitanos, pero ni mucho menos estamos a salvo.

El pretendido racismo de baja intensidad o “racismo líquido” como lo ha denominado Fernando Rey, está sorprendentemente extendido en todos los estamentos de nuestra sociedad. En 2014 hemos asistido a dos episodios de ataques a familias gitanas en dos localidades españolas. Vecinos indignados se han manifestado en las calles y han quemado las casas de dos familias. Estos episodios, que por otra parte se repiten desde hace siglos, son incompatibles con el Estado de derecho, pero lo que llama nuestra atención y señala la enfermedad que padece nuestra sociedad, es que no ha habido ninguna reacción pública

Lo que más sorprende y aterra es que quemar las casas de dos familias gitanas, al contrario de lo que ocurriría si se quemase la casa de cualquier otra familia española, no ha merecido ningún reproche social. Ni de medios de comunicación, ni de partidos, ni de intelectuales, ni siquiera de las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

La discriminación contra los gitanos sigue arraigada y muy extendida en esta sociedad y los gitanos se encuentran muy solos y parece que están lejos aún de merecer la solidaridad y la empatía de los demás.

Las “trapacerías” de la Real Academia de la Lengua

Termina el año 2014 con la publicación de la nueva edición del Diccionario de la RAE. Esperábamos que por fin desapareciesen las definiciones negativas que calificaban a los gitanos y nos encontramos con una artimaña de la Real Academia. La acepción que tradicionalmente definía a los gitanos como persona “que estafa u obra con engaño” ha sido sustituida en la nueva edición por el término trapacero "que con astucias, falsedad y mentiras procura engañar a alguien en un asunto". En fin, una auténtica trapacería de la Real Academia, que escudada en un supuesto rol aséptico, de mero notario de los usos de la lengua por parte de los mortales, pretende no tener responsabilidad alguna.

Es otro buen ejemplo de ese “racismo líquido” sin responsable conocido. Pero como hemos dicho las organizaciones sociales del movimiento gitano “Una definición discriminatoria genera discriminación”. Ahora esperamos que la Academia asuma su responsabilidad y actúe.

Desconexión entre las estrategias de inclusión y las medidas para alcanzar los objetivos

Y mientras se agudiza la crisis y permanece la discriminación, lo cierto es que las políticas de inclusión de la población gitana también avanzan. En 2014 se pone en marcha el nuevo periodo de los Fondos Estructurales y de Inversión 2014/2020, en el que se ha introducido una prioridad de inversión específica para la inclusión de la comunidad gitana. Esta es una gran noticia, pero tenemos serias dudas sobre su impacto último.

Y es que si bien es cierto que avanzan las políticas (Fondos Estructurales, Estrategias Nacionales de Inclusión, Consejos y Legislación antidiscriminatoria…) existe una seria desconexión entre la definición de estas políticas y su aplicación práctica. Hay una Estrategia nacional que ha señalado el objetivo de reducción del abandono educativo, por poner un ejemplo, pero no vemos ninguna medida sería y contundente que pueda tener un impacto real sobre esta situación que sigue condicionando el futuro de la juventud gitana y de toda la comunidad.

Si no hay una inversión real, intensa y sostenida en el tiempo en educación, vivienda, empleo y no discriminación, la pobreza y la exclusión permanecerán otras cuantas décadas y parecerá que está en la propia naturaleza de los gitanos.

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