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En nuestras casas se dice y se siente "cante gitano", por Ivan Periáñez Bolaño [editar]

El Dr. Iván Periáñez nos invita a re-pensar el cante-gitano como saberes, prácticas y vivencias, reivindicando que supone un legado frente a la universalidad eurocentrada y sus colonialismos.

30 de Junio de 2024

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En cierta ocasión, siendo un chavorrillo mi pare me dijo: “contigo y tus hermanos el cante (-gitano) no se va a acabar, va a continuar en esta casa”. La frase no volvió a pronunciarla más, así no. En aquel momento no entendí los sentidos profundos que acompañaban la literalidad del enunciado. Creí que se refería a la música, a nuestras músicas, a nuestras creatividades sonoras, y esto representaba para mí una obviedad, un juego en mi cotidianidad compartida. Recuerdo muchas cosas de las que me dijo mi papa, sin embargo esta me ha acompañado desde siempre por la solemnidad con la que pronunció aquellas palabras. De un tiempo para atrás las he rescatado, y hoy forma parte de mis recursos explicativos y emocionales en diferentes entornos tanto institucionales como comunitarios y familiares. Poco a poco voy penetrando en sus sentidos e implicaciones. En sus complejidades, lo que me transmitió expresa y se localiza en los exteriores ontológicos y epistémicos del saber hegemónico y hegemonizante: para el caso, de los estudios abordados por la antropología y la sociología de la música, los estudios sobre el flamenco y la flamencología. Por supuesto, su perspectiva, la de mi pare, está alejada de las lógicas de capitalización relacionadas con la profesionalización y la (des-)patrimonialización generadas por la políticas públicas, el arte y la estética eurocéntricas.

Con el paso de los años y las diferentes formaciones que he ido adquiriendo, he llegado a reconocer que ninguno de estos campos anteriores tienen herramientas teórico-metodológicas para entrar en la complejidad que supone la frase que me dijo mi papa. Estas concepciones globalistas no tienen el corazón preparado, no saben sentir lo que no conocen ni reconocen, no saben istinguí. La estandarización de los sentidos, de los sentimientos, de las percepciones y de las cogniciones constituyen otro obstáculo conscientemente construido y proyectado por el gusto estético-artístico. Los intentos de estas disciplinas por normalizar o hegemonizar la pluriversidad del mundo es una de las más destacadas por el daño que han provocado y provocan. Expresiones como músicas étnicas, músicas del mundo, flamenco universal u otras por el estilo vienen dadas por esa motivación de borrar, de blanquear, de desidentificar la diversidad del mundo. ¿Para qué? ¿Por qué?, pueden preguntarse con razón algunos incrédulos. Por dos motivos principalmente: porque construyen (más bien destruyen o niegan) identidad en el mundo, y sobre todo porque da (mucho) dinero. Si el cante-gitano no hubiera procurado ambas, no hubiera sido objeto de interés, de desidentificación, de usufructo o de negación. Sujeto no lo ha sido nunca fuera de nuestras intimidades familiares. La soleá de La Sarneta lo expresa sin ambages:

Presumes que eres la ciencia, ¡ay!

yo no lo comprendo así

porque siendo tú la ciencia, ¡ay!

no ma comprendío a mí

(Soleá de la Sarneta, María Fernández Vargas).

La voz de mi pare, de mi casa, no es la única. No se me ocurriría argumentar un sentir general en los términos metodológicos y epistémicos que Jean Piaget empleó para hablar de las etapas cognitivas del niño: basándose únicamente en las observaciones realizadas a sus hijos no se puede establecer una generalidad aplicable a todos los niños, las niñas, las formas de familia, o a todos los contextos socioculturales e históricos. Volvemos a reiterar que la generalización encubre la diversidad y la pluralidad. Este es sólo un ejemplo significativo, una forma de proceder que no es extraña para las ciencias occidentales, aunque debería extrañarnos si atendemos a nuestros saberes vernáculos; a las voces de los gitanos y las gitanas mayores. En este sentido, rescatamos tres posiciones recientes y públicas que están en relación directa con lo que me dijo mi pare, con lo que acabamos de conversar y las reflexiones que dejaremos a continuación. Serían muchas o casi todas, aunque no es una cuestión cuantitativa sino cualitativa, y esta es inmedible sobre todo si no se tienen los instrumentos y conocimientos requeridos para conocer y sentir en cada caso. El Tío Pedro Peña Fernández repitió innumerables veces en conferencias, en celebraciones íntimas y en su libro Los gitanos flamencos, “el flamenco no es una unidad [...] el basamento del cante es la cultura gitana”. Con sentidos similares, la Tía Dolores de los Santos Agujetas, en sus experiencias y sabidurías señalaba en dos entrevistas recientes, “lo que yo hago no es flamenco es cante-gitano”, “yo no soy flamenca, soy gitana como mi cante”[1]. Asimismo, como tercer ejemplo, traemos un fragmento de la entradilla que utilizó el escritor y periodista Antonio Ortega en su programa de entrevistas Flamencos y Cronopios; “la herencia de una filosofía en la que el arte y la vida no se diferencian”[2].

La procedencia etimológica de la palabra “filosofía” está unida a la de “sabiduría”. Podríamos completar sus significados en origen con “conocimiento” y “saber”, en tanto que son sinónimos o pueden emplearse como tal. Respecto a saber, sus sentidos etimológicos plurales están relacionadas con las capacidades cognitivas del gusto, del tacto y de la escucha, no sólo o fundamentalmente de la vista. Saber, sabor y sentir parecen referir a procesos fusionados entre sí, inseparables en sus sentidos y significaciones plurales. Separarlos o no reconocerlos implica su desconocimiento, no que sean inexistentes. La homogenización, la negación o el borrado plurisemántico de saber, conocer y sentir implica por tanto que son existentes sus presencias, son contemporáneas. De no ser así no podrían ser objeto de borrado, silenciamiento, olvido, folclorización y capitalización por parte de las epistemes e instituciones hegemónicas de la modernidad y su gusto por la hegemonía visual respecto a otras formas de sentir - saber - conocer - expresar - compartir. La aiesthesis implica conocer sentir expresar con todos los sentidos, percepciones y emociones, y ha estado presente en el ser humano desde sus comienzos. La aiesthesis ha sufrido ataques constantes por parte de la estética y el arte, desde la aparición conjunta de ambas en el siglo XVIII. La aiesthesis está presente en todos los grupos humanos y sus expresiones “ontológica-culturales”, el arte y la estética corresponden a dos constructos que surgen en Europa en el siglo XVIII. No existe el arte y la estética antes de esa fecha, ni los vocablos, ni los sentidos, ni las prácticas, ni sus agentes, ni sus lógicas, ni sus dinámicas. La aiesthesis representa la vida, sustento de la salvaguarda y transmisión intergeneracional de los saberes, conocimientos y prácticas ontológicas que, en este caso, es el cante-gitano. A diferencia del flamenco, el cante-gitano es una “Epistemología cosmosonora del sentir” (Periáñez-Bolaño, 2023).

Es aquí a donde queríamos llegar. Siento si ha costado un poco, son asuntos que no son sencillos de traducir o de trasladar desde sus entornos orales y vernáculos a estos formatos lectoescritos. Mi pare no sé si habría entendido la expresión, aunque sí la motivación de la misma: descolonizar los entornos donde se ha hablado de nosotros sin nosotros, de nosotras sin nosotras. Vuelvo a reiterarlo, el cante(-gitano) es una “Epistemología cosmosonora del sentir”. En nuestras casas se denomina “cante”, en los entornos académicos e institucionales hemos tenido que renombrarlo por estrategia. En estos ambientes nunca han permitido que nuestros cuerpos y saberes vistan sus trajes epistémicos y metodológicos vernáculos. Respecto al primer término, “cosmosonoridad”, su emergencia gira alrededor de la siguiente idea: los sonidos están en el mundo, en el cosmos, en la Tierra antes que los grupos humanos. Aquí coexisten todas las posibilidades sonoras, pero no podemos decir que sea música, falta el elemento que configura, da forma, sentido y significación a estos sonidos del mundo; los seres humanos. Entonces, no es enrevesado pensar que lo que han hecho y hacemos las personas y las “ontologías-culturales” es organizar esos sonidos del mundo, del cosmos, de la tierra; cada uno y cada una significándolas de forma singular en relación a sus experiencias, sus ontologías, sus lugares de enunciación vernáculos y sus trayectorias históricas. Expresado de otra forma: porque somos estamos y sentimos así desde generaciones, es porque cantamos, bailamos, tocamos y percutimos así; no al revés, pensarlo en el otro orden es una sinécdoque y una vía abierta a la reproducción de las violencias coloniales.

El cante-gitano es una concreción ontológica-cultural de la Romanipen/Gitanidad, con sus propios agentes y métodos de validación. Lo complejo es dilucidar, sin borrar sin negar sin folclorizar sin homogeneizar sin capitalizar los cuerpos y los saberes, por qué cada grupo humano significa y organiza los sonidos del mundo de una forma y no de otra. El cante-gitano es más que música, es el resultado expresivo-comunicativo provocado por un conjunto de saberes, conocimientos, prácticas, espiritualidades y racionalidades gitanas, romaníes; de aquí la utilización de los vocablos “Epistemología” y “del Sentir”. Extender estos agentes y métodos sobrepasarían los límites de este texto. Aunque pueden recurrir a las referencias situadas al final para ampliar su procesos, agentes y métodos y lugares de enunciación vernáculos, queremos dejar para posibles debates algunas de las cualidades que singularizan al cante-gitano como “Epistemología cosmosonora del Sentir”. Todos aparecen fusionados en su realidad compartida, los separamos aquí por imperativos del discurso, son los siguientes: Primero, el cante-gitano es y consiste en “el aprendizaje vernáculo de un patrimonio legado y situado transmitido intergeneracionalmente”, donde sus protagonistas o sabios son los mayores y las familias, ellos son los agentes de validación. Segundo, los procesos por los que se aprenden salvaguardan y transfieren estos saberes anclan en “la oralidad, los sonidos localizados, la memoria rítmica, las escuchas ampliadas y los silencios posabismales”. Tercero, el cante-gitano contiene y expresa, la “Huella sonora del trauma colonial. Los grandes traumas coloniales” sufridos y resistidos por el Pueblo Gitano. Cuarto, en tanto que saberes y prácticas el cante-gitano procura o se configura como “antídoto cognitivo cosmosonoro”, una medicina con capacidad para aliviar, para amortiguar, para cicatrizar las heridas provocadas por las violencias coloniales. Quinto, el cante-gitano reconocido como epistemología cosmosonora del sentir ha demostrado su disponibilidad para construir “zonas de contacto y encuentro intra e intercultural”, lugares comunes donde se configuran “estrategias y narrativas de recuperación, reparación y justicia” (Periáñez-Bolaño, 2023). Estas son algunas, no todas las que hemos desarrollado extensamente en otros lugares (ídem, 2023). Reiteramos que todos estos procesos anteriores incluyen a su vez múltiples procesos fusionados entre sí, de aquí su complejidad y su efectividad. En estos años, la emergencia de las “Epistemologías cosmosonoras del sentir” se ha puesto a debate y reflexión junto a muchos agentes colaboradores multilocalizados. Tanto en su dimensión intracultural romaní como en su dimensión intercultural, hemos comprobado que los saberes y prácticas vernáculas que configuran el cante-gitano tienen la capacidad de producir zonas inteligibles entre conocimientos, prácticas, cuerpos diferentes que han sido violentados sistemática e históricamente. La traducción intercultural e intracultural no refieren en estos casos a la literalidad idiomática o filológica, sino a las relaciones que se establecen para el reconocimiento y el acuerdo. Y, aunque por espacio no podemos desarrollar esto aquí, es un asunto más que relevante en las actuales sociedades contemporáneas.

Sin concluir y en transición. Sin relaciones, sin memoria en presente y sin emociones, sin hablar de la vida, me cuesta trabajo creer en la veracidad de la ciencia positivista, de las literaturas hegemónicas, de los estudios sobre el flamenco y la flamencología. Pensándolo bien, no hay ciencia (me refiero a las sociales y humanas) sin vida. La vida es la productora, la que genera las posibilidades y las condiciones de producir conocimientos humanos. Parece un pensamiento sencillo así lanzado como idea general. Las tensiones comienzan cuando tenemos que localizar las generalidades en las particularidades, sin entender que la diferencia no implica desigualdad, ni mejor, ni peor. La multiculturalidad es un innegable, la interculturalidad hay que convivirla, amarla, trabajarla y construirla. Reconocer las emergencias vernáculas de las singularidades del mundo y sus reconocimientos, comprenden uno de los caminos que permiten transformar la multiculturalidad en interculturalidad. Sin singularidad no hay diversidad, ni posibilidad de construir la pluriversidad. Es una quimera suponer que la diversidad del mundo se puede encerrar en un concepto o en una definición. Además, provoca daños y violencias simbólicas, corporales, cognitivas y materiales. La ciencia eurocentrada no comprende, no reconoce, y tampoco quiere reconocer que el suyo no es el único conocimiento legítimo, o que ni siquiera es válido para aproximarse a otro tipo de saberes y prácticas que no se validan por los criterios occidentales, ni por sus agentes, ni por sus instituciones, ni por sus historias nacionales o regionales, ni por sus “bibliotecas coloniales” tomando la expresión de Valentín Mudimbe (2008). Queridos lectores y oyentes, gitanos y no gitanos, es un mantra pensar que la singularidad implica desigualdad, esta es una construcción interesada para el control de los cuerpos, de los saberes y de las prácticas. El asunto es que no nos han enseñado a vivir y a convivir con la pluralidad del mundo y de sus mundos, que es innegable.

 

[1] Entrevistas publicadas el 01 de febrero (min. 6:35) y el 08 de septiembre de 2022 (min. 41:39). Disponibles en: https://www.youtube.com/watch?v=4IZUXpzTq2Y y https://www.rtve.es/play/videos/caminos-del-flamenco/origen-jerez/6338781/.

[1]  Disponible en: https://www.youtube.com/playlist?list=PLZNcRI8SijFQxU6vqyYG--5Z6zWE0JcXS.

 

Referencias

Mudimbe, V. Y. (1988). The Invention of Africa. Gnosis, Philosophy, and the Order of Knowledge. Bloomington and Indianapolis: Indiana University Press.

Peña Fernández, P. (2013). Los gitanos flamencos. Córdoba: Almuzara.

Periáñez Bolaño, I. (2023). Cosmosonoridades: cante-gitano y canción-gyu. Epistemologías del Sentir. Madrid: Ediciones Akal.


Ivan Periañez Bolaño es profesor e investigador en el Departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla. Doctor en Ciencias Económicas, Empresariales y Sociales, rama Antropología Social y Cultural, por la Universidad de Sevilla. 

 

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