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Bitácora Gitana: Los gitanos y sus obras en el academicismo hegemónico. Por Antonio Ortega [editar]

30 de Junio de 2024
Antonio Ortega Rubio

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La proliferación de libros y artículos firmados por autores gitanos académicos ha aumentado en los últimos años. Y los leo con fruición. Pese a no ser excesivo en volumen -porque aún vamos en tránsito-, sí notamos una mayor producción narrativa en la actualidad que posibilita el acercamiento reflexivo sobre las ediciones que ya ocupan espacios en las librerías, en las plataformas digitales y en revistas científicas. Me congratula comprobar el amor a las raíces, porque lo sui generis, lo más destacable para mí, radica en el compromiso que observo en nuestros primos y primas en atender en sus obras (sobre todo en las Ciencias Sociales) la cuestión -o cuestiones- gitanas que deambulan sin rigor por el espacio bibliográfico (escritas por lo general, por personas gadjes, que han contado desde fuera lo que sólo se puede explicar desde dentro...); pero al mismo tiempo, me preocupa que se convierta en un círculo vicioso fronterizo, limitante, monotemático para ellos y sus talentosas capacidades.

No se deja de ser gitano por trabajar en las universidades, en centros de investigación u en otros lugares relacionados con el conocimiento científico; ni por trabajar en temas que no estén directamente relacionados con los gitanos. En estas composiciones queda de manifiesto que el sentimiento y el orgullo de origen y de pertenencia son cimientos irrenunciables de la identidad, que se mantienen como eje principal en los contenidos que cada autor, pese a las limitaciones impuestas para la traslación al papel y los controles de edición, construyen partiendo de la realidad vivencial. Sentimiento de pertenencia, pero también de la búsqueda de la justicia, dado que estos trabajos acometen estudios basados en el análisis y en el contraanálisis de lo que otros, desde los estamentos oficialistas, cuando no desde el esencialismo o la maliciosidad, sentenciaron sobre el Pueblo Gitano como sociedad homogénea, mitificada, folclorizada y estereotipada. Es en la academia, no obstante, donde se ha abierto una brecha de estímulos para nuestros estudiantes, unos en procesos formativos; otros, doctorando en curso; y otros, ya en calidad de doctores de rango con tesis cum lauden. Si bien, en el mastodóntico espacio de las Enseñanzas Superiores, todo está sujeto al método científico, al patrón anclado, a la estructura, a un compartimento estanco normativizado, a veces sordo. Estas circunstancias, marcan lindes infranqueables que chocan con la forma de ser, de estar, de sentir y de expresar gitano. Incluso de construir gitano. La academia, sin restarle la debida importancia que merece, mantiene estas prácticas irreductibles, y tiende a desnaturalizar la parte por el todo. Nuestros investigadores, cada uno en su disciplina de estudios, se ven obligados a centrar contextos, modos y formas expresivas, bajo las premisas del orbe científico a fin -de estar- y de poder combatir por un lado los históricos desmanes y la distorsionada realidad; y de otra vertiente, el esencialismo que campea indemne por la bibliografía, llamémosla, de temática "gitana". En esos parámetros y en la compleja explicación de la identidad, de nuestras costumbres, historia, lengua, rituales, valores e incluso de nuestros comportamientos internos (y ya no tan internos), del arte y de la religiosidad se concentra la mayor carga de investigaciones publicadas; pero, una vez más, como en otras fortificaciones sociales, bajo los preceptos y las diligencias señaladas. Con la libertad coartada ante la supremacía de poderes fácticos tan austeros que rozan la tiranía: "Para ser aceptados y evaluados nos tenemos que ajustar al canon, es así de simple y a la vez de complicado", me dicen cuando apunto a la dialéctica y a la morfología elaborada en esos textos, a veces tan ininteligibles y complejas, que sólo son aptas dentro del campo científico. He aquí, la poderosa razón, llamémoslo así, que justifica la comunión del continente y del contenido dentro de los muros de una institución que también ha venido utilizando al Pueblo Gitano "como objeto de estudio y no como fuente de conocimiento" (Tío José Heredia Maya). Las aulas son multiculturales, en cambio la interculturalidad y el respeto efectivo a la diversidad sigue siendo una quimera...

Se canta, se baila y se toca gitano, pero en las obras académicas escritas por gitanos, no se escribe gitano. Lo digo con el sentido que todos sabemos que tiene esta expresión... No está permitida esa licencia del sentir natural, que ampliaría la transmisión de saberes y enriquecería el campo de los conocimientos compartidos. La exigencia del método científico, no lo permite: impone criterios de evaluación que propala las consignas gitanas más significativas. Los supervisores (directores de tesis, de trabajos de fin de grado, profesores, etc.), son alguaciles del influjo profundo que establece la base de la institución, se trata de una especie de solidaridad combatiente que, en rigor, no es otra cosa que un filtro de control. No se permiten romper el cerco ni pertenecer a él si nos alejamos de las palabras partidarias y de las prácticas instauradas. Con esta rémora luchan de igual modo académicos no gitanos críticos con esa corriente establecida, porque excepciones inteligentes, sensibles y comprensivas también las hay y ayudan dentro de sus posibilidades.

Sin embargo, por lo general, nuestros gitanos y gitanas se enfrentan a un conflicto de lealtades, sufren la contrición expresiva para alcanzar criterios forzosamente negociados. No quiero decir con esto que la academia desgitanice al gitano o a la gitana, con eso no puede; más bien al contrario, potencia su inteligencia para sacar adelante su propósito, pero desgitaniza la obra, los sentidos y la dirección. En algunos casos con poderosas influencias externas que son trasladadas al mundo gitano y que se establecen en él, se acomodan y se propagan, cuando lo deseado sería lo contrario. Lo compruebo conforme avanzo en mis lecturas y en mis observaciones, donde hallo acuñaciones acogidas a preceptos ideológicos que desdibujan nuestra realidad. Se habla, por traer un ejemplo, desde un sector de la llamada Generación del Cambio de La Intelligentsia Gitana, una corriente foránea que, trasladada a nuestro Pueblo, no se corresponde a la realidad que nos ocupa, y cuya versión de origen se sitúa en la Rusia zarista del siglo XIX, etapa convulsa en la que un sector de la intelectualidad entendían que el progreso del Pueblo ruso dependía de ellos (de los intelectuales), creándose de ese modo una clase social distinguida; ¿A fecha de hoy tenemos tanta influencia en el mundo académico, político, social, científico, cultural o económico...? ¿Recae - o debe recaer- el progreso del Pueblo Gitano exclusivamente en nuestros académicos e intelectuales? Observo tal efecto en determinados agentes gitanos que adoptan conceptos gadjes para construir narrativas combatientes a las que, luego, como apellido, le endosa el adjetivo romaní... Estas, por ejemplo, son algunas de las claras influencias que pertenecen a corrientes reivindicativas foráneas, cuya entrada a las luchas gitanas han tenido acceso por la puerta de la academia o de cierta intelectualidad política. Y ahora son emuladas y no resignificadas. La auto-representación requiere narrativas construidas con pensamientos, ideas y conceptos propios. La hostilidad de esos entornos ya la conocemos, ahora queda conquistar los espacios, cuestionarlos, y no acomodarnos en ellos.

 

Antonio Ortega Rubio. Escritor, poeta y periodista. Es autor de los libros Voz de canela, bosquejo biográfico de El Bizco Amate (Ed. Ayuntamiento de Sevilla, 2003, Universidad de Sevilla, 2016); El último trovador, Paco Palacios "El Pali" (Ed. Absalon 2010); La voz de bronce, Juanma Martín (Ed. Absalon, 2013; Printsur, 2016; Ortega & Somoza, 2021) y Corazón de Guitarra, memoria del maestro Postigo, del que es coautor junto a la periodista Ana Somoza (Ed. Casa de la Guitarra de Sevilla, 2019). En 2010 publicó su ensayo Yo nunca a mi ley falté, guía básica laboral, fiscal y sobre la Seguridad Social para artistas del Flamenco (Ed. Diputación de Sevilla). Aborda la prosa poética con Inverso (Ed. En Huida, 2015), y la novela con La Zúa (Ed. En Huida, 2015/ Ed. Altramuz 2023). 

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