Page 391 - Salud, Prevención de Adicciones y Juventud Gitana
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El modelo tradicional de consumo de drogas, vigente en nuestra sociedad has- ta comienzos de los años setenta, se caracterizaba porque el uso de drogas, bá- sicamente alcohol y tabaco, se circunscribía fundamentalmente a la población masculina adulta. Este patrón cultural de relación con las drogas supuso que los consumos entre las mujeres se mantuvieran en niveles muy bajos, sensible- mente inferiores a los de los hombres.A medida que la sociedad se fue modernizando y se redujeron las desigualda- des de género, las mujeres adquieren algunas de las conductas de riesgo tradi- cionalmente consideradas como típicamente masculinas, lo que se tradujo en un incremento sustancial de los consumos femeninos. Las mujeres, en su deseo de conquistar la igualdad con los hombres, imitaron algunos comportamientos característicos del rol masculino, entre los que se incluye el uso de drogas. A pesar de ello, y con la única excepción de los tranquilizantes, los consumos de drogas siguen siendo hoy día claramente superiores entre los hombres.Los consumos de drogas en función del género están muy condicionados por el factor generacional. Esta circunstancia explica cómo, en un escenario ca- racterizado por la supremacía de los consumos de drogas entre los hombres, la equiparación de los hábitos de consumo de drogas en hombres y mujeres es ya una realidad entre las/os adolescentes.Consumir drogas no tiene el mismo significado para hombres y mujeres, ni es valorado del mismo modo por los demás. Mientras que en el caso de los hom- bres el consumo de drogas es percibido como una conducta natural, social y culturalmente aceptada (salvo en casos extremos donde la adicción a las drogas aparece asociada a conductas violentas, temerarias o antisociales), entre las mujeres supone un reto a los valores sociales dominantes. Por ello, las mujeres adictas a las drogas soportan un mayor grado de sanción/reproche social que los hombres, que se traduce en la presencia de un menor apoyo familiar o social.La estigmatización de las mujeres con problemas de adicción a las drogas re- fuerza su aislamiento social, a la vez que favorece la ocultación del problema y la ausencia y/o demora en la solicitud de ayuda para superarlo. Son reiteradas las evidencias que señalan que retardan la solicitud de ayuda hasta el momento en que las consecuencias sobre su salud física y mental o en su vida familiar, social o laboral alcanzan una entidad tal que las hace insostenibles. Esta cir- cunstancia explica, por ejemplo, cómo, siendo la proporción de hombres con problemas de abuso de alcohol el doble que de mujeres, las tasas de tratamien- to masculinas cuadriplican a las femeninas.Algunos elementos característicos de las adicciones a drogas presentes en las mujeres:• El comienzo al consumo de drogas es algo más tardío.• Los trastornos adictivos progresan de forma más rápida.• Mayor severidad de la adicción.• Consumen menos cantidades que los hombres, pero los trastornos físicos derivados del consumo son más frecuentes y graves.• Sufren de manera singular el impacto de las drogas en la actividad repro- ductora.• Presentan en mayores porcentajes que los hombres otros trastornos psi- quiátricos asociados a la dependencia de las drogas.391ITINERARIO 3: FAMILIAS (madres y padres)


































































































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