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Discriminación y Comunidad gitana 2016

Por ejemplo, en 1998, Gran Bretaña volvió a imponer

restricciones de visado a Eslovaquia con el fin de evi-

tar que los solicitantes de asilo gitanos fueran recibidos

en el Reino Unido. En el verano de 2001, el gobierno

del Reino Unido estableció una «pre-autorización» de

los pasajeros en el aeropuerto de Praga, que sirvió para

identificar a los pasajeros romaníes y evitar que toma-

ran aviones con destino al Reino Unido (BBC, 2001).

También en abril de 2001, el gobierno del Reino Unido

adoptó una política de fronteras «especial», señalando

a personas pertenecientes a siete grupos: kurdos, gi-

tanos, albaneses, tamiles, griegos pónticos, somalíes y

afganos, por medidas «especiales». De estos grupos,

los gitanos y los kurdos no tienen pasaportes indicando

su origen étnico (Roche, 2001).

Los gitanos europeos no son un grupo homogéneo.

Pueden variar en apariencia, desde tener la piel clara y

ojos azules hasta la piel muy oscura y los ojos negros,

y esos dos extremos a menudo se dan en la misma

comunidad o incluso en la misma familia. Los gitanos y

gitanas comparten muchas características físicas con

árabes, turcos, indios, así como con los europeos. Los

gitanos de Europa son de muy diferentes religiones:

cristianismo (ortodoxo, católico y protestante), islam

(tanto chiítas y como sunitas), judaísmo, así como el

ateísmo. Muchos romaníes no saben hablar romaní. E in-

cluso los que hablan romaní pueden tener dificultades

para entenderse unos a otros, dado que los diversos

dialectos son muy diferentes en toda Europa. Por lo

tanto, esta medida, que estuvo en vigor hasta 2004 en

el Reino Unido, demostró ser una forma de discrimina-

ción promovida por el Estado contra los romaníes que

de alguna manera funcionaba a pesar del hecho de que

no hay una forma fiable de identificar a los gitanos. La

política no puede basarse lógicamente en ningún cri-

terio conocido de la discriminación racial: la apariencia,

el color de la piel, la religión o el idioma. La experiencia

de los periodistas checos, que demostraron que los gi-

tanos checos con un color de piel más oscuro fueron

detenidos, mientras que sus compañeros con la piel

más blanca obtenían el permiso para ir al Reino Unido

en 2001, sugiere que esto era en realidad un caso de

diferencias biológicas imaginarias entre los gitanos y el

resto de la población.

El antigitanismo en el Reino Unido no se demuestra

sólo por la política del Estado, sino también a través de

sentimientos populares y de algunos funcionarios. Jack

Straw, a cargo de la diplomacia británica hasta mayo de

2006, es conocido por sus comentarios despectivos

sobre los “travellers” [un grupo étnico de Reino Unido e

Irlanda, N. del T.], que consideraba que sólo servían para

defecar en las puertas de las casas de la gente.

«¿Debemos dejar que los gitanos invadan Inglaterra?»,

fue el título de una encuesta que se hizo en enero de

2004. Alrededor de 20.000 personas pagaron para lla-

mar y decir a los lectores del Daily Express que no iban

a aceptar a los «gyppos» [término insultante para refe-

rirse a los gitanos en Reino Unido, N. del T.]. La encuesta

fue parte de una campaña de medios más grande en el

prensa británica liderada por la prensa amarilla, que se

prolongó durante varios meses (ERIO, 2004). El gobier-

no reaccionó iniciando un debate sobre medidas para

restringir el acceso de los romaníes al Reino Unido.

El primer ministro británico, Tony Blair, dijo en los días

siguientes en la Cámara de los Comunes: «Es es impor-

tante que reconozcamos que existe un riesgo potencial

en las personas que viene de los países candidatos a

la adhesión». Un día después, el Daily Express se hizo

eco de Blair, con titulares como «Gitanos: ustedes no

pueden entrar.»

Las ideas de Arthur de Gobineau están todavía muy

extendidas en Europa y en especial cuando se trata

de los gitanos. Muchos temen una degeneración pro-

veniente de la mezcla de las «razas» de la mayoría

con los romaníes.

Según una encuesta de 1999, menos del 1% de

los búlgaros no romaníes podían imaginarse ca-

sándose con una persona de origen romaní (Na-

habedian, 2000). En 2003, una encuesta de Ga-

llup en Rumania descubrió que el 93% de los ru-

manos se negaría a aceptar a un gitano o gitana

en su familia (IPP / Gallup, 2003). En una encuesta

realizada por Focus Institute en 1999 en Eslova-

quia, el 80% de los entrevistados dijo que nun-

ca permitiría que sus hijos se casaran con una

persona gitana

([Pisarova] Slovak Spectator).

.

En una encuesta de opinión realizada en un instituto

entre estudiantes eslovenos de secundaria en 1993, el

60,1% dijeron que evitaban cualquier contacto con

gitanos (Ramet, 2005). En una encuesta realizada en

1986 y 1988 en las escuelas españolas, el 70% de los

profesores dijeron que se sentirían molestos si sus

hijos/as se casaran con una persona gitana (Calvo

Buezas, 2001).

Park (1950) escribe que las relaciones raciales «no

son tanto las relaciones que existen entre personas

de diferentes razas como las que se dan entre indivi-

duos conscientes de estas diferencias». El resultados

de las encuestas citadas anteriormente en Rumanía y

Bulgaria (ambas con una población romaní de apro-

ximadamente el 10%) parece indicar que el antigita-