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Análisis del antigitanismo

Normalmente, de forma especial en nuestras geografías,

los esfuerzos mayoritarios son dirigidos a incorporar a la

población gitana al estilo de vida medio de la sociedad ma-

yoritaria. Evidentemente, no podemos sino alegrarnos sin-

ceramente de que tanto personas gitanas como no gitanas

puedan mejorar sus condiciones materiales. No obstante,

somos conscientes de que el estado en el que se encuen-

tra una gran parte de nuestro Pueblo no obedece a causas

azarosas. Es por eso que, como observadoras/es gitanos,

lo que nos corresponde es recordar una y otra vez lo evi-

dente: el antigitanismo no es un problema gitano. Lógica-

mente, teniendo en cuenta lo anterior, debemos reconocer

que será imposible transformar de manera radical las vidas

de las gitanas y gitanos si no se combate el antigitanismo

.

El antigitanismo es un problema de la sociedad mayorita-

ria. Crecemos en una sociedad que acostumbra a tratar los

síntomas pero no la enfermedad. Cierto es que debemos

resolver los desequilibrios que alejan a la población gitana

de la no gitana. Pero será absolutamente inútil si no afronta-

mos de raíz la causa de tal desequilibrio. “Mantenemos que

la situación de indefensión y exclusión en la que se encuen-

tran numerosos segmentos de nuestro Pueblo obedece a

las consecuencias del antiguo y persistente fenómeno del

racismo antigitano. Sostenemos que el mayor problema del

Pueblo Gitano no son la desnutrición infantil, el analfabetis-

mo, el abandono escolar, la pobreza o la indefensión, sino

la causa y el origen de todo ello: el antigitanismo. Además,

venimos a afirmar sin titubeos que éste es uno de los pro-

blemas fundamentales y más alarmantes de Europa en su

conjunto.” (Guía de Recursos contra el Antigitanismo, 2014)

III. ¿Qué es el antigitanismo?

Tal y como afirma el profesor Marcus End (2010) “es ne-

cesario entender el antigitanismo como una ideología, una

forma de comunicación, un set de imágenes y estereoti-

pos que han sido construidos, perpetuados y reafirmados

por las sociedades mayoritarias.” ¿Por qué repetir, asegurar

y advertir, una y otra vez, sobre esta cuestión? El enfo-

que tradicional ha sido puesto de forma reiterativa sobre el

Pueblo Gitano. Llega el momento de redirigirlo hacia el lugar

que le corresponde: la sociedad gadji. El antigitanismo, así

como cualquier otra forma de racismo, tiene su origen en

las nuevas necesidades dialógicas del poder, articuladas en

base a su proyecto cumbre: la creación de las identidades

nacionales dominantes.

Se trata de atender la dimensión oscura, negada e invisi-

bilizada de lo identitario: nos construimos frente a otros/

as, contra otros/as, por encima de otros/as. No se puede

obviar lo evidente, el poder necesita disciplinar, aniquilar y

coaccionar aquellos elementos sociales que no encajan en

su mapa político. En el caso de las identidades dominantes,

la historia ofrece innumerables ejemplos de cómo se pone

en marcha la máquina de la homogeneización para construir

un nuevo imaginario colectivo. Los discursos se imponen

férreamente sobre la propia vida.

En el caso del Pueblo Gitano, “lo gitano” como discurso

no gitano creado desde el exterior sobre los gitanos y

gitanas, personas de carne y hueso, cumple una función

primordial: la creación de una identidad antagónica, con-

flictiva e irremediablemente incompatible con los valo-

res de la sociedad ideal. Lamentablemente, incluso los

sujetos subalternos terminan por asimilar dicho discur-

so, justificando así ante la mirada mayoritaria el ataque

sobre sus propias vidas.

Es indispensable generar nuevas estrategias de lucha con-

tra el antigitanismo que lo hermanen con todas aquellas

nobles batallas cuyo corazón late al compás del lema zapa-

tista: construir un mundo donde quepan muchos mundos.

Para ello debemos revisar nuestras concepciones políticas

y escuchar las voces de las víctimas, los negados: los que

resisten. Ellas y ellos son los que atesoran las claves para su

propia liberación.