26 de Enero de 2023
FSG Promoción Cultural
Dicen que perdonar es revivir el pasado traumático y volver con fuerza para superarlo. Y ese ha sido el ejemplo que nos ha dejado la tía Philomena Franz. Víctima y superviviente de la barbarie nazi y del antigitanismo más extremo y delirante. Estuvo recluida en hasta cuatro campos de exterminio y logró salir con vida para poder contarlo a todo el mundo y llevar con ella un mensaje de amor y perdón.
Philomena Franz (Köhler de soltera) nació en una familia de Sinti (rama de los gitanos asentada en centro Europa y parte de Italia) de artistas músicos y comerciantes de caballería. El padre de Philomena, Johann Köhler, tocaba el violonchelo y su madre era cantante. De niña, Philomena cantaba y bailaba en el espectáculo itinerante familiar. En su libro de memorias recuerda con cariño los momentos más destacados de esta época, como las actuaciones en el Lido de París y en los Jardines de Invierno de Berlín.
La dedicación a la música y al comercio de caballerías son una forma de vida característicamente gitana en Alemania, donde estas familias llevaban más de cinco siglos asentadas. Sin embargo, la llegada al poder del partido nazi, en 1933, fue ejerciendo cada vez más presión y violencia contra grupos como los judíos o las familias Sinti y Roma en Alemania. A finales de los años 30, los pasaportes de toda su familia fueron confiscados y poco más tarde también confiscaron los instrumentos y todas las posesiones de la familia (carromato, caballos, instrumentos de trabajo, casa, ajuar, documentos, fotografías, las joyas de coral de su madre…). La casa familiar de los Kohler, formada por diez miembros, fue entre 1942 y 1943 vaciándose conforme los miembros fueron enviados a diferentes campos de concentración: tíos y sobrinos, el padre y uno de los hermanos, los demás hermanos, ella misma y, finalmente, también la madre.
Philomena permaneció encarcelada durante semanas hasta que finalmente fue transportada hasta el campo de Auschwitz en condiciones infrahumanas con otras muchas personas en un tren. Al llegar allí, la brutalidad que había sufrido en el camino se vio superada ante la realidad del más conocido campo de exterminio de la historia. Su impresión coincide en muchos aspectos con lo recordado por otros supervivientes: el asombro y el aturdimiento ante las órdenes no ya gritadas sino aulladas, los golpes gratuitos y el azuzar a los perros, las escenas dantescas de cadáveres maltratados, el olor a cuerpos quemados, la colaboración de los prisioneros que actuaban como kapos y tantas otras cosas que parecían irreales, porque invertían cualquier moral o lógica.
Foto de una familia Sinti
A pesar de las vejaciones, hambre y maltratos que sufrió, la fortaleza juvenil de Philomena Franz la salvó de la muerte al ser una trabajadora útil para la economía de guerra nazi, que se sostuvo en gran medida sobre este tipo de fuerza esclava. Con este fin, fue trasladada de Auschwitz a Ravensbrück y luego a otros campos.
El 24 de mayo de 1944 es transferida junto a otras mujeres aptas aún para trabajar desde Auschwitz - Birkenau al campo de concentración de Ravensbrück. Quedó registrada con el número de prisionera 40307. En Ravensbrück se reunió de nuevo con su hermana y a ambas las internaron en el subcampo de Schlieben. Allí trabajaban bajo tierra en la fabricación de bombas explosivas durante turnos de 12 a 14 horas diarias.
Philomena Franz intentó en dos ocasiones escapar de los campos de concentración. Junto a su hermana, intentó escapar del campo de Schlieben, pero fue descubierta y devuelta al campo. Como castigo, a ambas hermanas las colgaron, durante horas, atadas de las manos, de la horca. La hermana de Philomena Franz falleció como resultado de esta tortura, la propia Philomena Franz sobrevivió de milagro a tan cruel castigo.
A finales de 1944 la volvieron a trasladar a Auschwitz. Sin embargo, pudo comprobar que ya no existía el Zigeunerlager (campo gitano), ya que la noche del 2 de agosto de 1944, los 2.900 prisioneros Roma y Sinti fueron llevados a la cámara de gas.
Luego la transfirieron de regreso a Alemania al subcampo de Wittenberg donde la obligaron a realizar trabajos forzados en una fábrica de aviones, tenía que soldar piezas de aviones.
En ese lugar contó con la ayuda de uno de sus vigilantes; así lo cuenta en su libro Entre el amor y el odio:
“Sé que era aquel hombre. Estaba convencida de que se trataba de él por el cariño con el que me trataba. Intenté escribirle una nota. Fui a las letrinas y le puse: ¡Por favor ayúdame! ¡Consígueme unos alicates aislantes!". Al día siguiente, Philomena encontró unos alicates debajo de su lugar de trabajo y una hoja de papel en la que que se leía que a las 12 de la noche no había electricidad corriendo a través de la cerca. Philomena Franz decidió huir con otras doce mujeres. Juntas lograron hacer dos agujeros en la valla con los alicates aislantes. Todas las mujeres consiguieron escapar y corrieron hacia la carretera que conducía al Elba. Philomena les previno de que no deberían dirigirse hacia la ciudad, ya que allí las atraparían rápidamente. De repente, en mitad de la oscuridad de la noche se quedó sola de nuevo. Cuando los SS se dieron cuenta de la fuga desplazaron un camión equipado con ametralladoras para detener a las fugadas. Philomena comenzó a oír disparos, corrió, llegó a orillas del Elba, se lanzó al agua helada y nadó con las escasas fuerzas que le quedaban hasta alcanzar la orilla opuesta”.
En su huida llegó hasta una casa donde vivían un hombre mayor y su hija que la acogieron y la mantuvieron escondida hasta que el territorio fue liberado por el Ejército Rojo a finales de abril de 1945.
Ficha de mujer gitana en Auschwitz
Después de la guerra descubrió lo que tanto había temido, que la mayor parte de su familia había sido asesinada en los campos. Al igual que mas de 500.000 romaníes y sintís que fueron víctimas del Samudaripen (holocausto en romaní).
Luchó para sobreponerse, aun cuando no había ayuda disponible para los supervivientes romaníes, así que Franz se unió a otros músicos sinti para formar una banda que recorrió el país y tocó para las tropas de liberación.
Durante este periodo conoció a Oskar Franz, con quien se casó y tuvo cinco hijos. En los años siguientes, sufrió una grave depresión, pesadillas repetidas y una sensación de cautiverio que no cesaba. Al mismo tiempo, luchó contra la falta de reconocimiento oficial de la victimización de los sinti y romaníes en el Holocausto y la falta de restitución.
Cuando en la década de 1970 uno de sus hijos fue objeto de burlas en la escuela por ser un "Zigeuner" (forma que los nazis usaban para referirse a los gitanos), Franz se sintió obligada a hablar a los alumnos y profesores sobre el Holocausto. Así fue como empezó a relatar sus recuerdos de los campos de concentración y a convertirlos en narraciones en forma de cuentos gitanos.
En 1975 perdió a tres de sus hijos en un accidente de tráfico y su marido falleció ese mismo año.
En 1982 recopiló sus cuentos para niños en una obra titulada Cuentos gitanos y en 1985 dejó constancia de sus recuerdos de la vida y la familia que había perdido en el Holocausto, así como de su experiencia de encarcelamiento en Auschwitz, en su autobiografía Entre el amor y el odio.
En 1995 fue condecorada con la Cruz de la Orden del Mérito con Distintivo de la República Federal de Alemania y en 2001 fue nombrada "Mujer de Europa" por la red de la sociedad civil Movimiento Europeo Alemania.
Con su marcha en diciembre de 2022, el pueblo gitano pierde a un importante símbolo de la lucha contra el desprecio oficial hacia las víctimas gitanas del Holocausto que imperó en la Alemania postnazi. Además, por encima de todo el odio, dejó un mensaje por el amor y la reconciliación.
Fuentes:
https://miholocausto.com/
http://porrajmostebisterdontumareanava.blogspot.com/2020/12/philomena-franz-nacida-kohler.html
https://etnixx.es/es/paradojas-de-la-ciudadania/206-holocausto-gitano-el-genocidio-romani-bajo-el-nazismo
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